5/2/11 (Unión 2, Ferro Carril Oeste, 0)
- ¿Quéee? Dirá alguien: ¡Cerveceros son los de Quilmes, no los de Ferro!
- ¡Un momentito! Les contesto: ¡La patria de la cerveza es Santa Fe, mal que le pese a algunos! En Santa Fe y alrededores se fabrica cerveza desde 1884. Y sólo aquí se toman “lisos” (http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20080610134239AAStqVO) .
- ¿Y qué tiene que ver eso con el partido contra Ferro?
- En este caso mucho, amigos ¿Quieren saber? Les cuento:
El viernes 4 por la tarde estaba tomando un cafecito en el patio de mi casa cuando sonó el teléfono. Mi señora tomó el tubo, conversó unos segundos y dijo:
- De acuerdo. Vayamos temprano, para conseguir mesa.
- ¿Adónde vamos a ir? Pregunté.
- A un patio cervecero, esta noche, a tomar unos lisos y “picar” algo.
- ¡Ah, no! -dije- ¡Yo no voy! Tengo que escuchar el partido de Unión contra Ferro.
Mi mujer se levantó en silencio y entró en la casa. Reapareció al rato con una cajita. La abrió y sacó a relucir una radio pequeña, del tamaño de un celular clásico, con auriculares.
- Con esto podés ir igual mientras escuchar el partido.
Mientras íbamos en el auto de mi hijo, estaba por comenzar el partido. Durante todo el trayecto estuve forcejeando con el cinturón de seguridad para que no apretara a la radio, que iba colgada de mi cuello y le cambiara la sintonía. Cuando lo lograba, se escapaba de alguna de mis orejas el auricular correspondiente. Y mientras lo colocaba, la radio giraba y emitía otro programa.
Al fin llegamos y después de muchos cabildeos con camareras y mozos, pudimos ubicarnos alrededor de dos mesitas de metal, bastante sólidas. Mientras tomamos la primera vuelta de lisos yo trataba de escuchar, por encima del murmullo de la gente. Aunque el lugar era amplio y abierto, contenía unas 600 personas que hablaban en voz alta. A eso se agregó después un conjunto musical que -desde una glorieta ubicada en el centro del patio- se hacía oír, a través de los parlantes, por encima del murmullo general.
En medio de ese batifondo, yo trataba de escuchar el relato. Como la mesa era metálica, no podía apoyar la radio sobre ella, ya que “hacía masa” y una descarga atronaba mis oídos. Si la ponía debajo de la mesa, el campo electromagnético también se alteraba y escuchaba otra emisora. Se sabe bien que, en tales circunstancias, cualquier otra emisora suena más fuerte que la que uno desea escuchar. No obstante, logré oír lo suficiente como para saber que Rosales primero, y Montero después, en dos ocasiones, erraban goles casi hechos.
De pronto supe que había un penal para Unión y que lo iba a ejecutar Rosales. En el momento preciso en que remataba, mi cuñada, sentada casi frente a mí, me hacía señas y le decía a mi hijo que me hiciera señales de humo, porque yo no podía oírlo, enchufado en el relato del penal. Por señas entendí que me preguntaban si quería otro liso y al contestarle que sí, se movió la radio, escuché que Rosales remataba y se perdió la transmisión, sumiéndome en la angustia. Después de maniobrar como 10 minutos logré restablecer el audio para confirmar que había sido gol ¡1 a 0!
Recién cuando Quiroga metió el segundo gol de cabeza, respiré tranquilo, pero ya estábamos por retirarnos. Nunca supe de qué se habló en la mesa. Los demás me veían, pero yo no estaba allí, sino en Caballito, “viendo” el partido de Unión.
Conclusión: La próxima vez no voy a ninguna parte y escucho el partido en mi casa.
¡Unión, viejo y peludo, nomás!
El Giorgio
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