En Mendoza, LA TIERRA DEL SOL Y DEL BUEN VINO, Independiente-Rivadavia esperaba a Unión, el de la cervecera Santa Fe. Pero no era una reunión de alcohólicos, sino un partido de fútbol. Y los jugadores no deben probar una sola gota de esas bebidas, al menos en el día del partido.
Mirando las posiciones antes del encuentro el rival era “pan comido”. El equipo mendocino, 16º en la tabla, con una de las vallas más goleadas (30 goles en contra) aunque había marcado tres más que Unión. Pero Unión tiene una defensa sólida, de modo que uno podía pensar en la posibilidad de un marcador ampliamente favorable al Tate.
Bueno. Uno puede pensar lo que quiera, pero una vez en la cancha hay que demostrar esa superioridad. Como de costumbre, Unión erró goles: uno de ellos imposible, cuando Quiroga remato casi sobre la línea de gol, la pelota dio en el travesaño, en un poste… ¡y volvió a la cancha!
Pero... ¿Qué pasó sobre la hora del primer tiempo? Adivinen: ¡corner y gol mendocino! Unión se fue otra vez al descanso perdiendo, aunque pudo irse ganando.
Pensé: ¡Pero cómo! ¿No estábamos en la tierra del buen vino? ¡Y estos tipos querían “tomar agua” con nosotros! ¡Qué atrevimiento! ¿No saben que los bebedores odian el agua?
Menos mal que Unión volvió con ganas y al minuto Rosales cabeceó un centro y empató. Evidentemente, Unión era más. Así llegó el segundo: tiro libre pasado de Cárdenas, el “Fantástico” fue hasta el fondo, centro atrás, Quiroga puso su cabecita y metió el segundo ¡2 a 1!
Aunque se notaba la supremacía del juego unionista, los contragolpes mendocinos asustaban. Y como de eso sabemos bastante, tuvimos que alambrar. A eso nos tienen acostumbrados “los caballeros del infarto”, buenos muchachos que no tienen la culpa. Ellos ponen todo. Un penal para Unión no cobrado; Quiroga (grande, “el Flaco”) recibía golpes no siempre cobrados. Soto Torres reemplazó al lastimado Montero, y Rosales se mandó una “apilada” pero su remate pegó en un palo ¡Que lo parió! diría “el Mendieta” ¡Suerte perra!
Entraron Fioretto y Maidana por Rosales y Velázquez, cansados. Y se acercaba el final. “As usual” -diría un inglés- nos arrinconaron; pero esta vez salimos bien parados.
¡Pellízquense, muchachos! ¡Ganamos y seguimos prendidos, solitos, a dos de los rafaelinos! ¿Qué se creían esos? ¿Qué los íbamos a dejar escapar? Ahora serán visitantes en Córdoba y nosotros locales ¡Ahí los quiero ver!
Y a los mendocinos les digo: Muy bueno su vino, chicos, pero por esta vez, tómenlo con soda.
El Giorgio
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