¡Qué mala suerte!


-¿Crees en brujas, Manuel?
-No señor, porque es pecado. Pero haberlas, sí, las hay (antiguo refrán español)
Decía un famoso delantero (creo que fue Ángel Labruna, ex River Plate) que la mala suerte no existe: si la pelota no entra es porque al remate le faltó precisión. Sin embargo, es común atribuir los fracasos a la mala suerte. Eso se oye a menudo -en fútbol- cuando, como le sucedió a Unión ante Ferro, después de errar varios goles, se recibe uno en contra, cambiando drásticamente el resultado, de triunfo a empate o de empate a derrota. 
Algunos califican de “inmerecido” el empate para ambos equipos, comparando el desempeño  individual y colectivo de los dos. Pero ya se sabe que los resultados no se merecen: se logran marcando goles.
Los jugadores pusieron mucho empeño, garra y todo “lo que hay que poner”, pero eso sólo no alcanza. Es necesario afinar la puntería y evitar que le tiren centros, un punto flojo en los últimos partidos.
El “bajón” anímico que embargó a todos los unionistas (jugadores incluidos) demoró la redacción de esta columna y me permitió conocer la opinión de varios jugadores tatengues:
-          Nos empataron por pelotudos, dijo Saucedo. Creamos cinco situaciones de gol y si hubiésemos hecho uno más cerrábamos el partido, pero estábamos “boludeando”, eso es lo que pasa.
Saucedo y otros jugadores se hacen cargo de la derrota por no hacer lo debido. Es decir que no les faltaban directivas, sino que -aparentemente- se confiaron demasiado en la ineficacia del rival. Y eso fue fatal.
Aunque a Unión lo pasó Quilmes y descendió al 5º lugar, se acercó un punto a los líderes. Por desgracia, terminó el encuentro con tres jugadores lesionados (Calgaro, Torres y Pratto) y uno suspendido (Cólzera, por 5 amarillas). Pero es posible que los tres primeros se recuperen y reaparezcan ante Platense, un equipo asediado por el bajo promedio en la tabla del descenso, lo que lo transforma en rival de cuidado.
Creo que ese es el último partido “fácil” que le queda a Unión en lo inmediato.

El Giorgio.

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